INDICE

 

 

  • La vida de  Cristóbal Colón.
  • La Biblia.

 

  • ¿Ha tenido la Biblia un papel importante en el descubrimiento?
  • Personajes bíblicos favoritos de Colón.

 

  • Colón, autor del libro de las profecías.
  • La presencia de la Biblia en diferentes episodios.

 

  • Algunas ideas de Colón basadas en la Biblia.
  • Epílogo.

 

            

LA VIDA   DE CRISTÓBAL COLÓN

 

Colón se ha convertido en un desafío importante para  los historiadores y escritores, afanados unos y otros en dar coherencia, dentro de su propio contexto, a las múltiples contradicciones y lugares en blancos que emergen de la variedad de documentos y archivos en torno al descubridor. La fecha aproximada de su nacimiento sería  el año 1451.  

Cristóbal  Colón, descubridor de América, fue para  muchos estudiosos e investigadores  un descendiente de criptojudios, o lisa y llanamente, de judíos. El mismo se mostraba misterioso cuando se refirió a su origen. ¿Por qué se empeñaba en ocultar su estirpe? Posiblemente tenía miedo de la Inquisición o de que no le fuera confiada la grandiosa empresa que estaba proyectando por las restricciones a las que estaban sometidos los llamados “conversos” y sus descendientes.
 
Sin embargo, persistía la  duda  en torno a su posible origen judío. El famoso ensayista español Salvador de Madariaga (1886-1978) intentó  comprobar que sí lo era.  Insistió el que hubiera llegó de Génova a España y fuese conocido como “el Catalán” era una señal de ello. Además, sigue argumentando que existen en las cartas de Colón a su hijo  una  serie de signos misteriosos que aparentemente son letras hebreas. Otro de sus argumentos apunta al hecho de que nunca se haya encontrado el certificado de su bautismo. Otros, como  el colombiano Germán Arciniégas (1900-1999), insisten en que tenía la mentalidad judía.

   “Probablemente no supo nunca quien era; sólo sabía quien quería ser” aseveró el célebre novelista y biógrafo alemán Jacob Wassermann (1878-1934) en su obra “El Quijote del Océano”.

 Colón habló y escribió desde su arribo a España siempre y únicamente en español y nunca en italiano. A la par con  sus contemporáneos se  valió de este idioma como su lengua materna y con ella se oriento muy rápidamente en los círculos científicos, financieros y técnicos de la España isabelina.

No obstante, él mismo solía mencionar en voz baja que tenía alguna conexión con el Rey David y una  manifiesta inclinación por la sociedad judía y  cristiana.  .

 Como ya hemos mencionado, probablemente nació  en Génova. Sin embargo, sólo en Italia hay doce ciudades y otras tantas más en diferentes partes del mundo que se disputan la gloria póstuma de ser su cuna. Es probable que haya sido el mismo Colón el primero en ocultar la verdad, por lo cual se ha presumido  que sus antecesores eran judíos o ex­-judíos españoles, expatriados de España después de los progroms de 1391 o de otros estallidos antijudíos. El nombre de “Colón” o “Colombo” era bastante frecuente entre los judíos sefaradíes de Italia. Ni él  ni sus hermanos sabían escribir ni hablar en genovés, en cambio dominaban el idioma de sus padres y abuelos ya convertidos al cristianismo.
 
  Ya muy joven se dedicó a la navegación y recorrió todo el mundo conocido.

Para 1476 se había radicado  en Portugal donde se casó e intentó vender su idea de llegar a las Indias por el Occidente.

Probablemente  en esta época leyó  e hizo apuntes de libros teológicos y geográficos o mantuvo   contacto  con algunos sacerdotes franciscanos.

En el año 1484 llegó  a España.

1486: Se entrevistó con los Reyes Católicos para pedir apoyo a su proyecto, pero sin éxito.

1492: Sólo en ese año logró Colón el patrocinio de los soberanos españoles para  su expedición, la que se realizaría con la ayuda de algunos cristianos nuevos, todos altos funcionarios del estado.

 

 Colón prometió piadosamente a los Reyes Católicos  que el descubrimiento de las Indias estaría consagrado a liberar Jerusalén de los infieles.

 El 3 de agosto zarparon del Puerto de  Palos sus tres naves. En la expedición no viajaba  ningún sacerdote.

Félix Gajardo, investigador chileno, asevera en su libro “Colón en la ruta de los fenicios y cartaginenses” (editado en 1992 en Santiago de Chile)  que la Iglesia no había apoyado el proyecto de Colón porque éste se sustentaba en el IV Libro de Esdras. Este escrito bíblico no canónico cita al profeta Isaías de la siguiente forma: “De las siete partes de la tierra seis son enjuntas y una sola ocupada por el mar. Cuando la tierra se seque, sé que seis partes quedarán secas y la séptima cubierta por aguas.” Como veremos más adelante, Colón subrayó   varias veces que basaba su proyecto en esta profecía.
 
El año 1492 es determinante puesto que en él coinciden tres acontecimientos de singular importancia histórica para el mundo, España y el judaísmo.

  • la victoria española sobre los árabes
  • la expulsión de los judíos y posteriormente de los moros
  • el  Descubrimiento de América.

 Ya en noviembre de ese mismo año Colón, en su memorable carta a los Reyes Católicos, hacia referencia a todos esos puntos y los relacionaba con su propio proyecto:

“Este presente año 1492, después de Vuestras Altezas haber  dado la guerra a los moros pensaron  enviarme a mi, Cristóbal Colon, a las Costas de la India…-  Así que, después de haber echado fuera a todos los judíos  de todos vuestros reinos y señoríos, mandaron Vuestras Altezas  que con armada suficientemente fuese a las dichas costas de la India.”

El  almirante decidió confirmar este anuncio  con la imagen descrita en forma premonitoria, de la que más tarde escribiría a los Reyes Católicos: “Para la ejecución de mi empresa de viaje a las Indias no he utilizado razón, ni matemáticas, ni mapamundi, sino sólo apliqué lo que había dicho Isaías”.

Colón creyó que actuaba  por mandato divino. El móvil que lo animaba  era la victoria universal del cristianismo. Insistía  que Dios le hablaba  y le encomendaba  expresamente que lo sirviera. Mientras tanto la Reina Isabel se creyó evangelizadora suprema de tierras incógnitas al convertir a millones de seres, a su juicio, carentes de religión.

En el ambiente sefaradí de aquel  entonces, se desarrollo la fantástica floración del misticismo, de la Cábala, pero también del mesianismo práctico  encaminado a romper el cerco, llamado fronteras.

Tzvetlan  Todorov, investigador croata, atribuye  la fe y  convicción de Cristóbal Colón  a su espíritu visionario y al  hecho de que él mismo se consideraría como un ser elegido. Sugiere que si Colón hace referencias frecuentes a su contacto personal con Dios, es a raíz de que  aspiraba a desempeñar bien su cruzada más temeraria en tierras desconocidas. Lo que a Colón realmente le importa propagar  era la fuerza misma de la fe. Sin embargo, sus escritos demuestran que sus creencias traen consigo un tinte de superstición.

 El 12 de octubre desembarcó en San Salvador.

1493: el 5 de marzo de ese año Colón llegó con la Niña a Lisboa.

 

15 de abril; Es recibido por la corte española. Una carta circular de Colón tuvo alta difusión y le dio el aprecio del público.

3 de mayo; La primera de las Bulas Papales otorgó privilegios a España en relación a las tierras descubiertas.

25 de septiembre; zarpó la segunda y  numerosa expedición con doce sacerdotes, encabezado por Fray Bernal Boyl.

1494: 6 de Enero; Posible fecha de la primera misa en América.

1496: 11 de junio;  Colón, al regresar de España, se detuvo en la casa del sacerdote Andrés Bernaldez.

1498: 30 de mayo;  zarparon las naves del tercer viaje y Colón anunció que había llegado al paraíso terrenal.

1499: A partir del 1 de octubre Colón aparentemente asumió una actitud mística y mesiánica.

25 de noviembre;  escribió  una carta con muchas referencias religiosas al ama de casa del príncipe don Juan.

25 de diciembre; Colón afirmó que en sus desgracias ha sido reconfortado por palabras divinas.

1501: Colón estableció relación con Jerónimo Gaspar Gorrocio, estudioso de la Biblia, quien le ayudó en la compilación de los textos bíblicos titulados “Libro de las Profecías.” Los que según algunos hacen referencia al descubrimiento y también a la Reconquista de Jerusalén.

1502: 9 de mayo.  En una carta escrita en Jamaica, Colón informó a los Reyes de un mensaje que le fue transmitido por una voz celestial.

1502: Cumplida la primera parte de la misión descubridora, diez años después de la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón, Colón pretendió convencer a los Reyes Católicos de que Dios le allanaría el camino para la reconquista de Jerusalén.

  1506: Colón murió en Valladolid.

Para algunos investigadores todo indica que el móvil preponderante del almirante no era la religión, ni sus proyectos económicos, sino lo que en el radicaba era su carácter de un soñador romántico.

Según lo que él mismo escribiera, su móvil de navegar radicaba más que en la búsqueda de  otras tierras, oro, o pedrería...en: “Todo eso era sólo un engaño para que me dieran barcos y gentes. Yo quería navegar hacia el Occidente para  llegar al horizonte y entrar en los cielos y llegar a la casa de Dios y contarle de mi propia boca los infinitos males y miserias que sufren las gentes en este mundo”.

A lo mejor, tanto la insistencia en la evangelización como su obsesión por explicar el origen de su nombre, deben ser  contempladas como respuesta a la obsesión  por la “pureza de sangre,” provocada por la política de la monarquía e  Inquisición.

 

LA BIBLIA

 

Aquí no hablaremos  ampliamente sobre la Biblia, pues seguramente todos la conocen. Sin embargo, sólo deseamos  llamar la atención en torno a algunas diferencias en los textos que la integran. Además, nos propondremos tratar de reconstruir la opinión del Almirante respecto a  las diferencias que hay en los cuerpos textuales que la comprenden.

Tanto para los judíos como para los cristianos, la Biblia fue  considerada un libro sagrado por antonomasia porque se trata de la Palabra de Dios, la que el Eterno ha querido transmitir a la humanidad.

 

Surgen algunos puntos que pueden requerir alguna respuesta más amplia a la pregunta “¿Qué es la Biblia?”

Para los judíos, la Biblia consta solamente  del llamado Antiguo Testamento. Según la clasificación actual, comprende treinta y nueve libros, canonizados en   el    siglo II  d.C. Para los cristianos el Nuevo Testamento tiene igual jerarquía de revelación y consta de veintisiete libros aceptados por  todos los cristianos. Además, se agregan siete libros, llamados Deuterocanónicos, incorporados en el  Canón de la Iglesia Católica a partir del Concilio de Trento en el año 1545. Hay que agregar que algunas Iglesias Orientales, especialmente la Copta y la Armenia, tienen su propio Canón.

El proceso completo de la canonización, tanto judío como cristiano, y sus objetivos no nos son plenamente conocidos, pero sin duda no fueron idénticos.

Al subrayar el Concilio Vaticano II la importancia del Antiguo Testamento, considerándolo  como precedente natural y lógico del Nuevo Testamento, comenzaron investigaciones mutuas, profundas y amplias, entre los biblistas y los teólogos más prestigiosos de católicos y judíos, destinadas  a  descubrir y reconocer las raíces comunes. Estoy seguro de que esas investigaciones, realizadas en base de la intención de mejorar las relaciones judeo-cristianas (Veanse: la declaración “Nostra Aetate” del Concilio Vaticano II y los otros Documentos emitidos por el Vaticano), mostraron sus frutos no sólo entre los científicos hermeneutas,  sino también entre los  feligreses de ambas religiones.

Retrocediendo de nuevo: para  comprender mejor la relación entre Colón y la Biblia, tenemos que investigar  qué  era la Biblia  para él y  en qué consideración la puede haber tenido. Es casi seguro que no hubiese tenido mayor conocimiento sobre los Libros Apócrifos o Deuterocanónicos,  por lo menos no con  este nombre, pues éste no era  un tema de discusión entre los teólogos del siglo XV. Todo laico criado dentro de la tradición judeo-cristiana, basaba su actitud hacia Dios sobre el hecho que El  era, o un primer motor inmóvil como lo planteaba Aristóteles o un Ser Supremo que quiere expresar su voluntad  a sus criaturas y que se interesa por su destino y por sus acciones. Podemos suponer que esas eran las opiniones básicas  de Colón, aunque no fueran la motivación exclusiva que lo movieran a realizar sus hazañas.       
                                               

                            I.­-La Biblia en España.

                           II.­-La Biblia en la época de Colón.

Antes de intentar dar  a conocer la relación entre Colón y la Biblia, hay que aclarar que antes de la invención de la imprenta los libros no eran posesión  frecuente por parte de personas privadas laicas y  el   número de las bibliotecas era limitado. A pesar de ello es para sorprenderse, ya que se da por sentado que el poseyera algunos libros, entre los que se contaría una versión de la Biblia en idioma vernáculo.

Después de la revolución cultural, surgida por el invento de la imprenta (1454), se multiplicaron  los libros en Europa. Entre ellos las ediciones de la Biblia, las que incluso circularon en diferentes idiomas. Por ejemplo, en 1471 se publicó una versión en italiano. Es probable  que ésta la  conociera el niño Cristóbal y que la  estudiara como adulto.

En el siglo XV en España hubo un interés y una difusión importante de la Biblia, sin que con ello queramos afirmar que hubiese existido una lectura masiva de ella o de que su difusión haya sido comparable a otros fenómenos impresos. Esto debido a que existieron en España severas medidas para coartar su lectura y distribución como en ninguna otra parte de Europa.

Ya en  los siglos XII y XIII  se realizaron varias traducciones en lengua vulgar, es decir, al castellano. Varias veces  fue quemada la Biblia, o mejor dicho, diferentes ediciones de la Biblia que no contaban con la autorización canónica de ser impresas.  Como curiosidad mencionemos que el 25 de Septiembre de 1492, es decir, el instante en el que las carabelas estaban llegando al Caribe, más de 20 Biblias fueron  quemadas  en Salamanca. A lo mejor por haber sido traducidas directamente del hebreo y con ello constituir una amenaza para la Vulgata.

Producto de la prevalecencía del erasmismo y al surgir la Reforma Protestante,  la acción inquisitorial se intensificó. Esta política trataba de impedir las traducciones de la Biblia al castellano. Probablemente por esta razón no le hayan permitido o  Colón no se haya arriesgado a llevar consigo un ejemplar impreso de la Biblia en idioma español.

Varios historiadores mencionan que el amor del pueblo por la Biblia era inmenso como se comprueba por el número y en la influencia de las traducciones de ella realizadas en esa época. Sin embargo, eso no tuvo influencia en el lenguaje de los pueblos peninsulares. Ningún testimonio ni historiador menciona datos sobre la lectura  de la Biblia, sea en latín o en idioma vernáculo, ni sobre su contribución a la lucha contra el analfabetismo. El profesor Arnoldo Canclini, investigador argentino contemporáneo, subraya la influencia de los judíos de España en la traducción y divulgación  de textos bíblicos, de la divulgación de la Cábala judía en su dimensión ascética y apocalíptica, especialmente en los conventos, buscando en ellos significados escondidos (por supuesto  antes de la expulsión en 1492) y menciona también que no hay motivos para decir y aun menos posibilidades para comprobar que Colón haya conocido la interpretación cabalista de la Biblia. Lo que sí podemos afirmar es que tuvo una importante relación con el mundo religioso y financiero de los conversos.  
Es conocido que en los conventos existía un gran movimiento de “renovación” y “purificación” basada en la Cábala judía, con profundo contenido escatológico, para  promover la pronta llegada de la Redención. Se sabe que el Descubridor pasó varias épocas de su vida en ese ambiente,  entre el que podemos mencionar el famoso convento de La Rábida.

La lectura de la Biblia y su comentario místico y ascético era bastante común, incluso entre seglares cristianos. Colón llegó al mundo público desde un ambiente donde las Escrituras formaban parte del lenguaje diario.

 

¿HA TENIDO LA BIBLIA UN PAPEL

IMPORTANTE EN EL DESCUBRIMIENTO?

 

El día 18 de Octubre de 1492 Colón envió   una carta a los Reyes desde Santo Domingo, comenzándola así: “La Santa Trinidad movió a Vuestras Altezas y por su infinita bondad me hizo a mi mensajero de ello.” En esta carta el Descubridor mencionó por primera vez la Biblia como fundamento para su acción que lo llevo al encuentro del Nuevo  Mundo.

Luego continuó así: “Yo  bien que llevase fatiga, estaba bien seguro que esto no vendría a menos, porque es verdad, que todo pasara, pero no la Palabra de Dios, y se cumplirá todo lo dicho; el habló de estas tierras a través de la boca de Isaías en tantos lugares de su Escritura, afirmando que desde España les sería divulgado su Santo Nombre”.

Aquí encontramos una directa  referencia a la profecía de Isaías (Cap. 65, vers. 7). Única, a mi parecer, en la literatura española de su época.  Interesante de señalar en este caso es el hecho de que el mencionado texto vetotestamentario  se encuentra citado en la  II Epístola de San Pedro.  (II, 3. vers. 13) que Colón nunca menciona. Aquí cabe presumir que no lo hace porque no conocía el texto, poco probable para alguien que cita tan bien las Sagradas Escrituras,  o simplemente lo hace para eludir el indiscutible sentido escatológico  de las palabras de lo citado.

Aunque lo haga  para reforzar, como lo hace al  final de la cita, la idea que ha encontrado el Edén: “la Sacra Escritura testifica que nuestro Señor hizo el paraíso terrenal y en él puso el árbol de la vida y de él sale una fuente de donde vienen los cuatro ríos principales: Ganges, Tigris, Eufrates y Nilo”.

Otro acercamiento escatológico a su trabajo, lo encontramos en una carta de fines del año 1500. En ella Colón  menciona que Dios le hizo oír una promesa que sin duda él la tomó de la Biblia. Es la frase sobre el nuevo cielo y la nueva tierra que encontramos  en el libro de San Pedro, el cual a su vez cita al Profeta Daniel. Pero no sólo esto; en esa misma carta  escribe  parafraseando al profeta Isaías  “que me hiciera de ello  mensajero”.

Según mi parecer, es  éste el escrito más religioso que Colón nos ha dejado.

Veamos otros ejemplos. En la misma carta escribe: “Trato de tener y  he tenido conversaciones con gente sabia, eclesiásticos y seglares, latinos y griegos, judíos y moros y con  muchas  otras sectas”.

El párrafo termina así: “Quien duda que este  alumbramiento no fuese del Espíritu .Así como a mí el cual con rayos de claridad maravillosa consoló con su Santa y Sacra Escritura,  44 libros del Viejo Testamento y 4 Evangelios, con 23 Epístolas, avivándome que yo prosiga y continúe sin cesar un momento y con gran prisa.”

El texto  no sólo es un testimonio del valor espiritual que Colón le dio a  la Biblia, sino que nos demuestra que él si manejaba  “toda” la Biblia.  A su vez instala una serie de interrogantes: ¿porqué esos números? ¿Qué denominaciones utiliza? Pero lo más impresionante son las conclusiones que podemos sacar de su forma de citar: Él lo hace en  un sentido ecuménico, supra denominacional, ni judío ni cristiano. Por ello  con razón ha sido calificado como  “precursor del protestantismo” (Salvador de Madariaga), cuando reconoce que el Espíritu Santo obra en cristianos, judíos, moros y en otros de toda secta, lo que ilustra un alto nivel de cultura.

El párrafo siguiente nos aclara aún más esta postura: “La sagrada Escritura testifica en el Viejo Testamento por boca de los profetas, y en el Nuevo por nuestro Redentor Jesucristo que  este mundo  debe tener  fin. Las señales de lo que  ha de pasar, lo predican los  profetas y es anunciado por  Mateo, Marcos y Lucas.”

Analizando  las diferentes   interpretaciones  proféticas, se demuestra que  su profeta preferido era Isaías,  a quien más alababa. Entre los padres de la iglesia destaca su preferencia por San Jerónimo y  otros doctores, sin menospreciar a otros. Se dice que Isaías no fue sólo un profeta, sino más bien un evangelista que puso toda su diligencia en escribir  lo venidero y llamó a toda la gente a la Santa Fe Católica. “Muchos santos doctores y teólogos escribieron sobre todas las profecías y otros libros de la Sagrada  Escritura muchos nos  alumbraron en lo que antes no conocíamos, pero hay algunos quienes se equivocaron por falta de inteligencia.”

Colón consideró su hazaña como el inicio  de  la profecía de Jesucristo, que  el Evangelio sería  predicado por todo el mundo antes del fin de los tiempos.

Quisiéramos subrayar,  como lo hemos citado en un lugar anterior,   que una de las convicciones de Colón era que su empresa no era un acto científico, sino, según sus palabras: “Yo dije que para la ejecución de la empresa de las Indias no aprovecho  razón,  matemática ni mapamundi (¡que no es verdad!); llanamente se cumple lo que dijo Isaías y esto es lo que deseo escribir y transmitir aquí.”

Prosigue nuestro Almirante citando al IV Libro de Esdras,   versículos 42 y 47 del capitulo 7: “El tercer día mandaste que las aguas se reuniesen en la séptima parte de la tierra; secaste sus partes y las dejasteis secas a fin de que plantadas por Dios y cultivadas por el hombre te sirviesen. El quinto día dejaste a la séptima parte, donde estaban reunidas las aguas que produjesen criaturas vivas, aves, peces y así fue”.

Colón comenta estos versículos en latín, escribiendo en una glosa: “Pero a este profeta no lo aceptan los judíos réprobos; lo han aceptado los innumerables que han aceptado el Evangelio…, al IV. Libro de Esdras los judíos réprobos no lo aceptan como autoridad canónica.

El IV Libro de Esdras es una hermosa pieza literaria, ejemplo típico de la literatura apocalíptica del segundo siglo de la era cristiana. Comienza con una referencia  a la salvación del pueblo judío en la época de Moisés y Aron, luego una promesa para la  reconstrucción de Jerusalén, la que se levantaría por un descendiente de la  Casa de David. Empalma  una concepción escatológica, que coincide con la del almirante, o viceversa.

La pregunta que en este ensayo nos hacemos permanentemente es ¿qué  alcance  le dio Colón a la Biblia en relación a  su empresa? En general la mayoría de los  investigadores discutían mucho el tema de Esdras, pero no asumen las demás citas o referencias bíblicas de nuestro personaje.

¿Hubo  una experiencia espiritual que lo persuadió a buscar apoyo en la palabra de Dios y luego compartirla con los demás?  Algunos
críticos de Colón dicen que consideraba la Biblia como máxima autoridad con el  fin  de que nadie refutara su proyecto.  Es tanto, que aún no ha podido ser rebatida la irónica afirmación del investigador mexicano Ramón Iglesias: “Más que ser Colón el siervo de Dios, era Dios el ciervo de Colón”

Lo que Colón dice es que al evaluar su vida comprendió que ha sido guiado por el espíritu de Dios, ya que en él se han cumplido las profecías, de tal forma que aquellos hechos bíblicos que le parecían tan maravillosos, volvieron a ser realidad.  Se podría decir que era una presunción y un mesianismo excesivo.  Los enemigos del Descubridor notan que ese era el lado débil de Colón. No era el único en su época y tampoco durante la historia de la humanidad, cuya debilidad consistió en sentirse escogido.

 

PERSONAJES BÍBLICOS  FAVORITOS DE COLÓN

 

A continuación mencionamos  algunos  personajes bíblicos favoritos de Colón.

En su época el conocimiento de los personajes de la Biblia no era tan universal como en nuestro tiempo, así que el hecho  que Colón los mencionara puede ser considerado no sólo un aprecio, sino  un reconocimiento como autoridades,  personas o personalidades con que él se ha identificado. Los reconoce como un ejemplo en su propia vida,  como personas con quienes estaba siempre Dios, al igual que éste con él.  Por referirse a estas personas Colón encontró un fundamento espiritual para comprobar sus esperanzas   -fueran éstas sinceras  o no - en su destino mesiánico o escatológico  proponer que las actividades de las grandes personalidades fueran vistos no sólo como hechos  históricos, sino como alegorías o presagios  posteriores  por lo cual  el quiso mantener la fe en la humanidad de que Dios renovaría su presencia en algunos hombres escogidos,  como él mismo.

La convicción compartida por Colón y algunos de sus admiradores de ser elegido por Dios, lo llevaba naturalmente a equipararse con modelos bíblicos como los apóstoles cristianos,  los profetas y los patriarcas,  todos mensajeros de Dios.

  Hemos mencionado, el   concepto mesiánico que tuvo Colon para accionar sus citas referentes a las grandes personalidades de la Biblia. El Descubridor recurre, para identificarse con ese rol,  por lo menos en algunos aspectos,  a cinco personajes: Moisés, David, Abraham, Job y Salomón 

Algunos  investigadores subrayan, especialmente aquellos que afirman el origen sefardí del Almirante, que su origen hebreo se atestiguaría con su mayor simpatía con personajes vetotestamentarios.   Para los más radicales de estos pensadores, Colón incluso habría soñado con  ser un nuevo libertador para su pueblo, planificando y realizando esta expedición para dar a sus hermanos de raza refugio allende de los mares. La referencia a Moisés no es, por cierto, una prueba, pero resulta sugestiva.
En su carta de Jamaica (1503) Colón hace la pregunta: ¿Qué más hizo Dios por Moisés o por  David su siervo? ¿Que hizo por el pueblo de Israel cuando le saco de Egipto?  ¿Ni  por David que de pastor llegó a ser  rey en Judea?

Aquí está la piedra angular de la argumentación de Simón Wiesenthal cuando escribió: Estas orgullosas palabras revelan la  unión subconsciente de Colón con la Casa de David.

Abraham es mencionado en relación con su esposa y especialmente  su hijo amado, Isaac. Job es un paradigma de fe y paciencia,  aparece como ejemplo en los sufrimientos,  el abandono,  la persecución por los presuntos amigos en su desengaño y un  ejemplo de la magnitud del dolor humano y  de la respuesta divina.

Salomón, además de ser un rey sabio,  a su vez es mencionado como constructor de la “Primera Casa” en Jerusalén, en contexto con su riqueza que, en gran parte, vino de las minas de cobre en Ofir;  ya que éstas enriquecerían también a España.

Otros de los mencionados son  Daniel y los tres muchachos salvados por nuestro Señor, además de Adán, Enoc, Elías, Jeremías, Zacarías, Josue y Ezequiel.

La personalidad más citada del Nuevo Testamento es la Virgen María, Madre de Jesús, en concordancia con la convicción religiosa de aquella época y que para América Latina aún hoy tiene trascendencia. Además de ello, sus figuras predilectas del Nuevo  Testamento son Juan Bautista y sus padres, los Reyes Magos, San Pedro y San Juan. 

 

COLON AUTOR DEL  LIBRO DE LAS PROFECIAS

 

Sin lugar a dudas el Libro de las Profecías,   que se encuentra en la biblioteca Colombina de la Catedral de Sevilla  donde se conservan los libros que presuntamente pertenecieron al Descubridor, es el legado más rico de Colón en citas bíblicas. Es un manuscrito que consta de 84 folios, escritos  en ambos lados. Faltan los que correspondían a los números 67 al 77. El misterioso Libro de las Profecías de Colón es una paciente exégesis del Antiguo Testamento, con la finalidad de recolectar referencias de los Salmos y de los profetas  hebreos para demostrar la premonitoria visión bíblica sobre la existencia de tierras desconocidas. Con ello se  anticiparía ya en el texto sagrado la misión de Colón de recuperar a Jerusalén y reconstruir su Templo en todo su esplendor.

Así, basándose en las Profecías de Colón, al cabo de poco tiempo algunos conquistadores, cronistas y misioneros  le atribuyeron a los indios americanos un origen judío. Para legitimarlos teológicamente, no es extraño  que los primeros cronistas hayan acudido al Antiguo Testamento, explicando de esta forma las supuestas migraciones y el errático destino de pueblos y tribus narrados en la Biblia.  La teoría de las Diez Tribus perdidas del Antiguo Reino de Israel desterradas a Asiria  fue el primer fundamento teórico y religioso para explicar la existencia de los indios americanos, sin contradecir con ello al canon teológico de la época. Por otra parte, el mito del origen judío de los indios americanos y la supuesta aparición de las Diez Tribus perdidas formaban parte de las expectativas milenistas cristianas de la época y se interpretaba como indicio necesario para anunciar la Venida de Jesús. Las lecturas de Colón del IV Libro de Esdras y su Libro de las Profecías es el legado más rico de Colón, en cuanto a citas bíblicas y escatológicas, convirtiéndose en la fuente canonizada de los cronistas de la Nueva España. Colón  acudió a la Biblia la cual “con rayos de claridad maravillosa lo consolaba”, no sólo para ratificar con ella sus propios méritos, sino que además intentó demostrar con la misma que había sido llamado a cumplir propósitos mucho más elevados.

Sin embargo, no sólo citaba la Biblia y los libros deuterocanónicos, sino también a los sabios y teólogos considerados como las máximas autoridades por su época: Tomas de Aquino, Juan Gerson, Isidoro Sevilla, Nicolás de Lyra.

Hay además una carta dedicatoria para los Reyes  con citas de Mateo e Isaías y otras escatológicas. Según él, sólo faltaban 157 años para el Fin de los Tiempos, por lo que recalca  la urgente necesidad de predicar La Palabra en todo el mundo, tal cual como Cristo lo anunciara.  El final de la historia conocería a  una  Iglesia Universal  que uniría a cristianos y judíos en un pueblo salvado.

 

LA PRESENCIA DE LA  BIBLIA EN

DIFERENTES EPISODIOS

 

 Las fuentes atestiguaron que Colón era celoso en el cumplimiento de su  asistencia en la celebración  eucarística. Fuentes históricas dicen que hizo votos y cumplió, prometiendo asistir y rezar, para buscar ayuda en momentos difíciles. Además, pidió que al celebrar la misa, se leyera un pequeño trozo de la Biblia.

El cronista  Pedro Mártir de Anglería menciona que  Colón mando levantar una capilla o designó una casa para este fin en todo lugar posible y ordenó que los trece  sacerdotes  celebrantes cantaran y digieran la Santa Misa al menos los domingos y las fiestas de guardar
 
La importancia de al Biblia se reitera porque en circunstancias dramáticas él recurría a su lectura. Hernando Colón y Bartolomé de las Casas escriben que en una ocasión sobrevino una gran tormenta muy peligrosa que causó angustia. Como remedio tuvieron que citar el Evangelio de San Juan, y estaban convencidos de haber escapado del peligro por la ayuda divina

Más tarde, el historiador Antonio Herrera (1601) escribe de la siguiente manera  sobre este acontecimiento: Fue el almirante quien exorcizó la tormenta marina. En su Biblia leyó un relato de la famosa tempestad frente a Capernaum, terminando: ¡“Yo soy” no tengáis miedo! “Luego con la Biblia en su mano izquierda trazo con su espada desenvainada  una cruz en el cielo y un circulo alrededor de la flota”. En varios libros posteriores se menciona este episodio. En  uno de estos el Conde Roselly de Lorgues subraya que el Evangelio de San Juan era el libro favorito del almirante. Hay libros que mencionan que todos los marinos recitaron el pasaje bíblico.

Hernando Colón y Bartolomé de las Casas nos legaron de esta forma  las ultimas palabras del Almirante: “Habiendo recibido ante todos los sacramentos de la Iglesia, termino mi vida pronunciando estas palabras: In manum tuam Domine recomendo spiritum meum”, el cual, por su alta misericordia y bondad, tenemos por cierto que le reciba en su gloria, ad quem nos perducat, Amén.

 

ALGUNAS IDEAS DE  COLON CON BASE BÍBLICA

 

Colón no era teólogo, sino una persona con preparación religiosa. Sus pensamientos e ideas coinciden con las de sus contemporáneos.
Lo interesante es que como navegante y descubridor, quería dar sentido religioso a ciertas ideas prácticas y cotidianas.

El gran círculo de la historia cambia su curso con la aparición de Cristo, el Dios-hombre de la historia. El plan de Dios continúa con la formación de Su  pueblo. El concepto “Pueblo de Dios” se transmite a la Iglesia, destinada a llevar salvación a todo le mundo.
Insiste en que todo es gracias a la inspiración del Espíritu Santo.
No menciona el Juicio Final,  ni el retorno de Cristo.

Destaca esa necesidad de la predicación, es decir de evangelización en el  mundo entero. Subraya el papel de la futura Iglesia Universal.
Insiste en el universalismo escatológico, que se extendería a la Nueva Tierra y al Nuevo Mundo,  y con eso se cerraría la historia. El paraíso será el nuevo mundo a formar; de todos modos, será terrenal.
La sucesión de los hechos y de los lugares tiene un origen divino en el plan supremo de la humanidad.

                                 

EPILOGO

 

La relación del Almirante con la Biblia es un tema fascinante. Para algunos investigadores él fue un gran conocedor del libro sagrado, sin embargo,   otros piensan que no tuvo durante toda su vida una Biblia en sus manos.
Para nosotros seguramente la Biblia lo acompañó en toda su vida, aunque el mismo no siempre haya vivido según los conceptos morales de la Biblia.

Sin lugar a dudas, la  Biblia fue un sustento para  su vida anímica y espiritual en tiempos buenos y también para el período cuando cayó en desgracia. Desde aquel momento abundan sus citas de las Escrituras y nos sorprende, que escogiera textos bíblicos poco comunes, que a su vez contradicen su aseveración que el mismo se consideraba    “un hombre lego y sin letras.”  No hay, al parecer, en España de su época, otro  laico tan conocedor de la Biblia.  A todas luces el fue una excepción.  ¿Por qué y cómo tenía  tantos conocimientos? No lo sabremos, como  tampoco disponemos de informaciones escritas sobre sus  estudios y su formación espiritual.

 

Lo que si nos queda claro, que la espiritualidad de Cristóbal Colón estuvo nutrido no sólo de una esperanza mesiánica, sino también de un gran esfuerzo humano. Puede ser que Colón haya sido un gran soñador, pero fueron las Escrituras las que ayudaron a hacerlo.

Lo que nos deja es que nosotros podemos y debemos recibir su mensaje, corrigiendo sus falacias y errores  y volver sobre las Escrituras para encontrar en ellas de nuevo lo que él encontró y, también aquello que por diferentes razones no pudo descubrir.
                                                         

 

 

Única versión latina autorizada por la Iglesia hasta la Reforma Protestante

Crítica a la iglesia hecha por el filósofo y teólogo Erasmo de Rotterdam

 

 

 

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