DJOHA Y LOS CIEN DUCADOS

Un buen día Djoha tuvo que salir a la huerta y empezó a rezar a Dios, diciendo: - "Dios Santo, te estoy rogando ya desde hace tantos años, ¡escúchame una vez por favor! ¡Mándame cien duca­dos! Y si me mandaras noventa y nueve, ¡no los tomaré! Y así, cada, día al salir a la huerta, hacía esta oración.

Djoha tenía un vecino que escuchó estas palabras bastante raras y pensaba: - "¿Cómo es eso? ¿Noventa y nueve no va a tomar? ¡Sólo cien! Voy a hacer yo una prueba, ¡veremos si los va a tomar!"

Pasó así que un día, cuando Djoha estaba haciendo esta oración, vio estupefacto que le cayó a la huerta una bolsa llena de monedas. Dijo Djoha: - "¡Contaré cuantas son!" - Las contó y vio que son noventa y nueve.

El vecino estaba esperando, bien curioso, si Djoha iba a dejar los ducados, pero Djoha dijo: "¡Dios santo, te doy las gracias! Quién da noventa y nueve ducados, también da los cien; ¡otro día me mandarás un ducado más!"

El vecino se sintió muy molesto y se fue donde Djoha y le dijo: - "Estos noventa y nueve ducados son míos".

- "¡No! yo rogué a Dios y El me los mandó".

El vecino le dijo: - "¡No! Lo que sucede es que yo quería hacer una prueba, porque tú dijiste que noventa y nueve tú no tomarás, y yo pensé, que realmente no los ibas a tomar".

Dijo Djoha: "Estos ducados son los míos y el resto no me importa de nada". - Le dijo el vecino: - "Si es así, te voy a llevar al juzgado".

Llegó el día del juicio y el vecino fue a buscar a Djoha para que se presentara delante del juez. Le dijo Djoha: - "¡Yo no puedo ir todo este camino a pie!" - Le respondió el vecino: - "Yo te voy a dar un asno". - Dijo Djoha: - "Yo no puedo ir al juzgado, porque no tengo ningún traje para poder salir", - Vino el vecino y le dijo: - "Voy a mandar a hacerte un traje". - El vecino le mandó a hacer unas ropas, se las dio, le dio el asno y lo llevó al juzgado.

Vino la hora del pleito y el vecino dijo: "¡Estos noventa y nueve ducados no le cayeron del cielo! Es que yo los mandé para probarlo, y él no quiere devolvérmelos. Y por eso quisiera hacer una demanda contra él."

Ahora Djoha le dijo: - "¡Estos noventa y nueve ducados me han sido mandados por Dios! El está diciendo mentiras. Si quieres la prueba, pregúntale, y verás que él va a decir que tanto el asno como el vestido que tengo puesto, son de él."

El juez le preguntó al vecino: - "¿Son tuyos el asno y el vestido que tiene puesto Djoha?" - "Sí, todo es mío" - le dijo el vecino. - "Viste, que todo es mentira." - Entonces dijo el juez al vecino: "¡Tú eres un mentiroso!"

Así escapó del juzgado Djoha, y se quedó con todo.

 

 

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