EL COJÍN
Había una vez un turco que fabricaba cojines. Un día cayó enfermo y tuvo que quedarse en casa. Su hijo, al verlo, quiso ayudarle y se fue al negocio para remplazar al padre en su trabajo.
Con mucho entusiasmo se hizo cargo del negocio. De pronto vino un cliente y le pidió un cojín usado. El buscó en la bodega, y detrás del negocio encontró un cojincito viejo que estaba en ese lugar desde hace mucho tiempo. Lo llevó al cliente y éste lo compró a un muy buen precio.
Cuando volvió a casa por la tarde, le contó con mucha alegría a su padre que había vendido aquel cojín viejo, que estaba en la bodega desde mucho tiempo.
Al escuchar eso, el padre agarró su cabeza con ambas manos y empezó a llorar, diciéndole: - "¿Qué hiciste hijo mío? Todo el dinero que ahorré en mi vida, estaba dentro de ese cojín viejo. ¿Qué vamos a hacer ahora?"
Buscaron al cliente que había comprado el cojín, pero no sirvió de nada.
Así pasaron los años y el padre, ya muy viejo y enfermo, estuvo en la cama y el hijo en el negocio. Un día aquel cliente, que había comprado el cojín viejo, vino al almacén, lo trajo y pidió que se lo cambiara por uno nuevo y hermoso. El hijo se puso muy contento, pues reconoció el cojincito y lo cambió rápidamente.
Corrió donde su padre para mostrárselo, diciendo: - "¡Padre mío! devolvieron el cojincito y ¡toda la plata está adentro!". - Pero el padre le contestó con amargura: -"Tu me trajiste esta buena noticia, pero yo ya me estoy yendo".
La moraleja de este pequeño cuento es que la riqueza puede llegar cuando uno ya no está en condiciones de gozarla.
Visita Nº